Cómo lograr continuar una buena relación más allá del fin del amor

Periodista: Paola Papaleo

– ¿Es posible separarse en buenos términos?

Sí, es posible separarse en buenos términos. Sin embargo, es absolutamente esperable que con anterioridad a que esto suceda, se atraviesen distintos estados, ya sea de tensión, contradicciones o intensa conflictividad.

Que una separación se realice en buenos términos requiere un proceso de elaboración de etapas similares a la de cualquier duelo por pérdida, en este caso la pérdida de uno de los vínculos más importantes de la vida. Esas etapas van sucediéndose (a veces alternándose) del siguiente modo:

1. Negación de lo que está sucediendo.

2. Ira, bronca o enojo al concientizar que la relación ha llegado a su fin.

3. Negociación: intentar diversas vías de recomposición (parte de la “reverberancia” de lo que se resiste a cambiar: es decir aceptar que el vínculo terminó).

4. Duelo propiamente dicho: es la etapa de intenso dolor por la pérdida. Es sano y esperable que este se experimente, que no se evite, obture, pase por alto o niegue, aun cuando la separación se desee. Con los tiempos propios de cada quien, más tarde o más temprano debe salirse de esta etapa de dolor para acceder al paso posterior, el de la

5. Aceptación: la cicatrización de la herida que genera cualquier separación, para poder salir de la misma conservando los recuerdos enriquecedores que tiene toda relación.

Quien atraviesa todas las etapas está psicológicamente preparado para aprender de ese fracaso y quedar así disponibilizado para construir un nuevo vínculo de pareja. Habiendo aprendido de la anterior. Habiendo salido de ella fortalecido, enriquecido. Habiendo crecido.

Una separación se puede realizar en buenos términos cuando me dispongo a aprender de ello. Y cuando comprendo que concluir de este modo una relación de pareja me hace bien a mí: si respeto lo que tuve, lo que construí (a pesar que lo perdí), me respeto a mí.

Se estima que este proceso de duelo toma aproximadamente un año para llegar al momento de cicatrización de la herida y se abra paso el estado psicológico necesario para que se pueda iniciar sanamente una nueva relación, que será más constructiva, gratificante y enriquecedora, en la medida que aquello que llevó a la ruptura anterior haya sido tomado como fuente de crecimiento interior.

– ¿Cómo hacerlo sin padecimientos?

El padecimiento al separarse es ineludible. Es lógico y esperable. Aun cuando terminar la relación sea lo decidido o necesario. Separarse duele. Aun cuando sea liberador. Hay algo que se pierde. Perder provoca dolor. Es decir que hay un padecimiento acorde a esta circunstancia.

Con altísima frecuencia a este dolor se le adiciona un “plus”, la carga de sufrimiento que cada sujeto le acopla, propia de su conflictividad interior. Quitar la mochila innecesaria de padecimiento es posible en la medida que primeramente se dé palabras a la intensidad emocional que eclosiona ante una separación; luego tendrá lugar la etapa de empezar a comprender qué sucedió: ¿en qué y cómo tengo que ver yo con la separación?, ¿qué me pasó a mí para que esto suceda?, ¿en qué me equivoqué?, ¿cómo soy también yo responsable de este fracaso?, ¿cómo salgo fortalecido con la experiencia?, ¿qué aprendo de la experiencia? son algunas de las preguntas que ayudan a que una separación pueda darse en buenos términos.

De lo contrario, cuando se deposita la responsabilidad del fracaso en el otro, la separación va a dejar secuelas de distinta intensidad y disfuncionalidad. A excepción de una ruptura de pareja donde uno de sus integrantes es psicópata, los responsables de una separación, siempre y en todos los casos, son dos.

– ¿Cómo lograr continuar una buena relación más allá del fin del amor? ¿Es saludable y aconsejable seguir con una buena relación con nuestro ex una vez que se terminó la pareja?

Continuar una buena relación más allá del amor no es sólo constructivo, sino necesario en el caso de las parejas que tienen hijos. En primer lugar, por el propio adulto: respetar –en el nuevo estado- a quien uno eligió como padre o madre de los hijos habla de autorrespeto personal. Y por añadidura, lo que me doy a mí, le doy a los otros, por ello es que esto indefectiblemente redunda en salud mental y en una mayor calidad de vida para los hijos. Si toda separación indefectiblemente lesiona a los chicos, la conflictividad post separación es de una destructividad insondablemente mayor. Si la primer lesión -por condiciones materiales no puede evitarse- la conflictividad post-separación es recomendable que sea resuelva, dejándola pasar, superarla, para beneficio de los hijos.

Los padres tienen la responsabilidad de hacer el esfuerzo psicológico que implica aprender a ser padres juntos, separados como pareja. En los casos en los que internamente no se pueda resolver el encono de pareja hacia el otro, sugiero a los pacientes trabajar el siguiente ejercicio mental: aprender a hacer otra separación, mediante una “disociación instrumental”: divorciar el rol de ex, de la función materna/paterna. Tengo el deber y la responsabilidad de aprender a ser padre o madre separad@ para beneficio de los chicos. Y para beneficio propio también: mantenerme siempre enriqueciendo la función de ser mamá o papá. Tengo el deber y la responsabilidad de no derramar la conflictividad que elija sostener como ex, a la función materna o paterna, esa conflictividad, en este rol, carece de razón.

Los casos de separación en buenos términos son observables en la actualidad con relativa frecuencia. Desde luego que en las parejas sin hijos también es saludable terminar en estos términos. Si bien aún no son la mayoría de los casos, hay muchos casos de parejas, con hijos, o sin ellos que finalizan la relación de modo constructivo y reparador.

– ¿Hay diferencias en cómo se manejan en el después tanto el hombre como la mujer?

Hay una diferencia sustantiva, y muy dolorosa en nuestra actualidad: la violencia de género. Los femicidios en nuestro país se han incrementado de forma exponencial en los últimos años. Este sería el caso dramáticamente extremo de cómo afrontan los femicidas una separación.

En otro orden de problemática, hay hombres que con no poca frecuencia suelen desresponsabilizarse tanto de pasar lo que les corresponde de cuota alimentaria, o que se desimplican de las responsabilidades que conlleva la función paterna, dejando por ello a la mujer con mayor sobreexigencia y sobrecarga que de por sí tiene en una sociedad machista y patriarcal, característica de nuestra sociedad. Últimamente es frecuente observar también la situación inversa: madres que se desrresponsabilizan quedando el padre con una gran carga. Si bien estos casos no tienen la misma frecuencia que la anterior, no es inusual observarlos.

Con mayor frecuencia es la mujer quien procura separarse. En estos casos muchas veces suele haber resistencia por parte del hombre quien, salpicado psicológicamente de esa cultura machista no comprende cuál es su responsabilidad en la decisión tomada por su (ex) compañera de viaje. Estos hombres quedan como perdidos, en una deriva sin fin.

En un porcentaje menor de casos se dan también separaciones cuya decisión es tomada por el hombre. Tal circunstancia suele abrir una herida narcisista en la mujer que termina dejándola anclada en un resentimiento y encono sin solución. No son infrecuentes los casos en los que recurre a acciones de venganza cuyo espectro puede ir desde manipular con los hijos, vaciar cuentas bancarias, hasta los casos más graves: realizar denuncias falsas ya sea de acoso, violencia tanto contra ella como contra los hijos, lo que hace actuar a la justicia imponiendo medidas restrictivas (estas tienen por objeto preservar a la parte vulnerable, desde luego) pero que no suelen atender adecuadamente al hombre que padece dicha situación y por ello se ve injustamente excluido de ver a sus hijos, por la lentitud en la que obra nuestro Sistema Judicial.

En síntesis, hay diferencias en cómo se conducen hombres y mujeres ante una separación. La violencia que ejerce el varón -como el caso extremo del femicidio- desde luego no puede siquiera compararse con las acciones de daño que también realiza la mujer en ciertos casos en los que se da una separación.

Lic. Fabiana Porracin

Psicóloga UBA – Antropóloga UBA

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