Problemas a Tratar

Temáticas

Las personas con ansiedad presentan frecuentemente preocupaciones excesivas y miedos intensos ante situaciones cotidianas. 

En algunos casos, la ansiedad intensa y miedo persistente puede alcanzar su expresión máxima en minutos llevando a la experiencia de un ataques de pánico.

Es un tipo de ansiedad, se experimenta como miedo a lugares o situaciones que podrían provocar sensación de atrapamiento o vergüenza, por lo que tienden aser evitardos. El intento de evitar estas situaciones, genera considerables restricciones en la vida de quien lo padece.

Es el miedo que se origina con posterioridad a un hecho vivido -o presenciado (trauma vicario)- como acontecimiento peligroso (muchas veces situaciones de violencia intrafamiliar), o traumas por accidentes, violación, delitos con violencia, muerte violenta de familiar cercano, guerra, etc.. Las imágenes de la situación traumática vuelven a reexperimentarse una y otra vez en contra de la propia voluntad, a pesar del paso del tiempo transcurrido del evento, siendo recordadas con lujo de detalles, acompañadas de intensas reacciones de ansiedad. También pueden aparecer síntomas tales como agitación, mareos, desmayos, dolor de cabeza, pesadillas, problemas para dormir, arrebatos de furia y alejamiento y evitación de situaciones relacionadas con el evento traumático.

Extrema ansiedad que se manifiesta como miedo irracional ante situaciones o cosas de bajo o inexistente peligro objetivo. Como consecuencia de este temor se termimna limitando considerablemente diversas situaciones de la vida cotidiana.

Una fobia social se experimenta como sensación de inquietud, aprehensión y desasociengo en las interacciones sociales cotidianas, experimentando inseguridad, vergüenza, ansiedad, miedo a la evaluación ajena, ocasionando grandes restricciones en las actividades de vida de quien padece esta fobia.

Se caracterizan por la presencia de ideas, pensamientos, impulsos o imágenes de carácter persistente, exageradas e irracionales que el individuo considera intrusas e inapropiadas y que provocan una ansiedad o malestar significativos y deterioro de la actividad general. No se reducen a simples preocupaciones sobre problemas de la vida real: la persona intenta controlar o neutralizar tales pensamientos obsesivos (sobre ideas de suciedad, desorden, enfermedad, llave del gas, llave de la puerta, etc.) con otros pensamientos o con acciones (compulsiones). Las compulsiones más frecuentes consisten en comprobar que -por ejemplo- se ha cerrado la llave de paso de gas, o el paciente puede contar, lavar, limpiar, etc., conductas que terminan interfiriendo significativamente en la vida social, laboral, familiar.

Temáticas

Se trata de la búsqueda de crecimiento personal y autosuperación. Nos ayuda a encontrar sentido de trascendencia a partir de intereses y proyectos de vida que entran en congruencia con nuestro ser profundo.

Cambios de casa, colegio, trabajo, país; alejamiento o muerte de otro miembro al hogar; emancipación y alejamiento del hogar; inicio de una carrera, trabajo; término de una relación sentimental; cambios de vida: matrimonio; separación; viudez; jubilación; etc. son cambios (encuadrados dentro de lo que denominamos “crisis vitales”) que pueden afectar a la persona con reacciones emocionales de ansiedad, depresión, duelo y/o experiencias subjetivas de malestar con deterioro significativo de la actividad social, profesional o académica.

Atravesamos distinto tipo de crisis vitales a lo largo del transcurso de nuestra vida, las mismas requieren acomodarnos de modo adecuado para adaptarnos activamente a la etapa que da inicio pudiendo también dejar atrás lo que concluye, habiendo aprendido y crecido a partir de ello, para afrontar constructivamente ciclo por venir. Ejemplo de crisis vitales son cambios en la convivencia, nacimiento de los hijos, inicio de escolaridad, adolescencia, autonomía e independencia de los hijos, mudanzas, cambios de trabajo, migraciones, separaciones y muerte.

Es el proceso de adaptación a la pérdida de un ser querido por separación, migración o muerte (se duela también la pérdida de un animal, escuela o carrera, trabajo, mudanza, etc). Es un proceso que se atraviesa en etapas: negación, enojo, negociación, dolor franco y aceptación siendo esta última la que permite la cicatrización de haber atravesado el dolor de lo perdido (un duelo por muerte se transita en alrededor de 1 año) hasta poder conservar lo constructivo que llevamos dentro de las características de la persona o vínculo que perdimos. Dependiendo de la etapa que se esté transitando serán los síntomas del mismo, y pueden ir desde el shock a la profunda tristeza que se experimenta como desgarro ante lo perdido, suele presentarse con alteraciones del sueño, comida, disminución del interés por lo que rodea: relaciones con los demás, trabajo, hobbies. Suele presentarse con afecciones somáticas como cefaleas, palpitaciones, dificultades respiratorias.

Se caracteriza por ser una alteración del estado de ánimo de la persona que se manifiesta con síntomas leves y que pueden durar menos tiempo que una depresión moderada o grave. Son síntomas de depresión leve disminución del interés, de la capacidad para el disfrute, sentimientos de desesperanza, tristeza e infelicidad.

Una crisis existencial provoca gran malestar psicológico-emocional, generando estados de desasosiego, confusión y profunda angustia resultado de no poder encontrarle sentido a la vida, aún cuando las circunstancias de vida consideren “exitoso” a quien la padece, alguien que se descubre en una experiencia de vida vacía.

Estas problemáticas abarcan un amplio espectro como afecciones ocasionadas por la existencia de un jefe o compañero de trabajo con rasgos de personalidad psicopáticas, Desregulaciones emocionales (de leves a moderadas) como depresión, ansiedad, miedo, ira e incluso cambios de conducta como resultado de situaciones de alto estrés laboral, pudiendo llegar al síndrome del “burn out o del quemado”. Pueden presentarse también como resultado de situaciones tales como acoso laboral, insatisfacción laboral, adicción al trabajo, miedo al fracaso, etc.

Temáticas

El psicópata es un ser que usa y abusa, miente, doblega y somete. Tiene gran poder de “camuflaje” de sus características manipulativas. Entrampa en su telaraña de manejos psicológicos de los cuales suele ser muy difícil salir, más difícil aún identificar. Para quien se encuentra entrampado en sus redes, ya sea un integrante del entorno familiar, laboral o pareja actual requiere tratamiento específico para poder salir de las garras de este “depredador humano”.

Las grandes áreas problemáticas son: diferencias en los proyectos de vida, educación de los hijos, vida de relación con las respectivas familias de origen, distribución del tiempo de ocio, manejo del dinero, vida sexual y vida social a los que se suman situaciones específicas como embarazos no deseados por uno o ambos integrantes de la pareja, duelos por pérdida de un integrante de la familia, ciclos vitales de los hijos (escolaridad, adolescencia, autonomía, síndrome del nido vacío), pérdida del trabajo, infidelidad conyugal, mudanzas, etc.

Autoestima es la opinión, autoimagen, afecto por el sí mismo y manera de autodefinirnos a nosotros mismos. Es un sentimiento de valoración de nuestro conjunto de rasgos corporales, mentales y espirituales. Una persona con baja autoestima pondrá constantemente en tela de juicio su valor, sus logros, el discernimiento del sí mismo en verdadera dimensión, dado que siempre encuentra a otras personas con las que compararse, las que “casualmente”, lo hicieron mejor que él/ella. La autoestima nos permite una autoprotección adecuada y el desarrollo personal, una autoestima baja (muchas veces puesta de manifiesto como inseguridad) afecta significativamente la calidad de vida.

Una de las grandes dificultades para alcanzar una calidad de vida satisfactoria es la imposibilidad de poner límites: decir que no a situaciones o a personas ya sean del entorno familiar, social o laboral. Aprender a decir que no y poner límites es de gran importancia para nuestro bienestar.

El niño puede verse expuesto a diversas experiencias traumáticas como maltrato y/o violencia, violencia en la pareja parental, abuso sexual, accidentes, enfermedades, rechazo intrafamiliar o escolar, negligencia parental, divorcios violentos, familiares con patologías psiquiátricas, exclusión social, muertes repentinas, procesos migratorios, catástrofes naturales, etc. Dada la indefensión, vulnerabilidad y dependencia propias del ciclo vital, el infante no cuenta con recursos para una adecuada elaboración dejando estas experiencias secuelas que se manifiestan en una amplia variedad sintomática.